En un principio iban a ir solo los alumnos de cocina, pero apunté a los míos también y me los llevé para que escucharan lo que se tuviera que decir.
Y, lo más interesante de todos, el taller lo impartían dos hombres, ya bastante mayores, que forman parte de una asociación de hombres que lucha por la igualdad de género.
Nos sentaron en círculo y los chicos participaron un montón, explicando cosas que para ellos son normales en sus casas y que fuimos analizando y descubriendo el machismo encubierto en muchos de nuestros actos.
Empezaron poniendo ejemplos de actos cotidianos. Dos personas se encuentran en la calle y se saludan. El profesor saludó a uno de nuestros alumnos con dos besos y la respuesta inmediata de todos fue: "eh, que no es maricón". Empezamos así y fue muy interesante cómo la pregunta inicial de: "¿Quién de aquí se considera machista?" pasó de ninguna mano levantada a todas al final del taller. Al final, y poco a poco, todos descubrieron que muchos de nuestros actos son machistas. Y las chicas, reticentes en un principio a considerarse a sí mismas machistas, fueron también dándose cuenta de que, desgraciadamente, todos lo somos, en mayor o menor medida.
Además, al final lo plantearon como un reto: somos machistas, pero recuperables; cada vez que penséis y reflexionéis sobre si algo es machista o no, eso os acerca un poco más al feminismo, a la igualdad.
Plantearon el trabajo desde un punto de vista muy interesante: la igualdad hace a los hombres mucho más libres en todos los terrenos. Ya no tienen que ser fuertes, pueden mostrar sus sentimientos, no tienen que pelear para marcar ante los demás que son los machos, ya no tienen que ser siempre ellos los que intentan ligar, pueden mostrarse débiles cuando así lo sientan...
Incluso teníamos una profesora bastante reticente. Lo típico (que me pone mala) de: "Yo no soy machista ni feminista. Habrá un término medio" y que se enfadaba cuando le decían que no hay neutralidad posible, que estás en un lado o en otro, al final se convenció.
Fue tan interesante que estaba prevista para una hora de clase y duró dos y media, y los chicos ni siquiera pidieron descansar, ni se levantaron entre una y otra, concentrados como estaban en el tema.