Otra vez toca hablar del trabajo. Lo siento, pero es que ayer llegué a casa indignada. Qué digo indignada, indignadísima.
¿Habéis visto cómo me enfado?
Os cuento.
Los profesores, por nuestra profesión, se supone que nunca debemos dejar de formarnos. Se incentiva, desde hace tiempo, que hagamos cursos de formación y grupos de trabajo, lo cual es lógico. No podemos quedarnos fuera de los avances que haya en nuestra materia o en idiomas, o en temas pedagógicos, o tecnológicos o de otro tipo.
Hay, como en todas partes, profes que pasan de todo y hacen lo mínimo, un curso de vez en cuando para cubrir el cupo y se acabó.
Y hay otros muchos, yo creo que la mayoría, que se interesan por las cosas, que intentan no quedarse atrás, y que hacen cursos y se forman con interés por aquellas cosas que quieren aprender.
Por ejemplo, os cuento mi plan para este año.
Como sabéis, llevo el Plan de fomento de la lectura. Este plan me llevará tiempo pero no necesita ningún curso ni formación.
Además, en el centro hay un programa de radio, y hemos formado un grupo de trabajo para organizarlo. El programa en cuestión se llama "Estírate y coge un libro", y cada semana se propone un libro a los alumnos y profesores y se habla de él. Os podéis imaginar que el tema me interesa y ya participé el curso pasado, así que este año me apunté al grupo de trabajo, que cuenta como cincuenta horas a lo largo de todo el curso.
En segundo lugar, en mi insti hay un Proyecto lingüístico, para la mejora de la expresión oral y escrita de los alumnos y en el que entran todos los departamentos de lenguas del centro (castellano, inglés, francés y portugués). Mi directora me dijo: Te he apuntado, sí o sí, porque nos haces falta. No hizo falta respuesta. Son veinte horas de grupo de trabajo.
Después, también hay un Plan de Mejora, plan de mejora que el año pasado fue interesantísimo, sobre las inteligencias múltiples y la inteligencia emocional, y este año aún no tenemos decidido sobre qué lo haremos pero me voy a volver a apuntar seguro. El curso pasado fueron cincuenta horas.
Desde el propio instituto se ofrecen cursos a sus profesores. Este año teníamos uno sobre el manejo de Google Docs y otro sobre el Aula Virtual y páginas web. Me apunté a los dos, uno en este trimestre, de diez horas, y otro en el segundo, de veinte horas.
Pues bien, hay una normativa según la cual tú puedes hacer todos los cursos que quieras, pero si te pasas de ciertas horas en cursos de formación, no te las cuentan, y ni siquiera te las certifican.
¿Sabéis cuánto es el tope? No os lo vais a creer, porque yo aún no puedo creerlo.
Cincuenta horas al año si son en grupo de trabajo, y setenta en total si combinas grupos de trabajo y cursos.
Total, que me paso en más de cien horas, hora arriba, hora abajo. Así, antes de ponerme a ello. Y me dicen que no me van a dar ni un triste certificado de haber asistido, ni nada de nada.
Por lo tanto, los cursos de Google y de Aula virtual no los voy a hacer. Me interesaban pero no los voy a hacer. Me suponen quedarme a comer ocho o diez días fuera, pasar todo el día lejos, llegar a casa a las diez de la noche después de salir a las siete de la mañana, trabajar todo el día, por supuesto sin que te paguen nada por ello, y luego consigo, de premio, que me den una patada en el culo.
Así se incentiva la formación en nuestra profesión.